jueves, 11 de junio de 2015

Capitulo 4

Es un momento incómodo, muy incómodo…y raro. ¿De todas las personas que puede haber en Madrid por qué  tiene que encontrarse con ese tipo? El universo es totalmente injusto.
La tensión en el salón es tan grande que se puede cortar con un cuchillo, aunque Gio no parece haberlo notado.
            ­­¿Pasa algo? 
Tanto Eider como Alex guardan silencio observándose de manera incrédula. Ese tipo de situaciones solo pasan en las películas, ¿cómo se supone que deben reaccionar ahora? Aunque, para sorpresa de todos, el chico consigue articular unas palabras que caen como una jarra de agua fría sobre Eider.
            ­­Esta chica no puede estar aquí, tenemos que sacarla de casa ahora mismosentencia mientras la agarra de la muñeca para guiarla hasta la puerta.
            ¿Qué? Un momento Alex…el italiano parece confuso e intenta persuadirloNo puedes sacarla como si tal cosa, recuerda que Víctor fue quién la llamó. Deberíamos hablar esto entre los tres antes de tomar una deci...
            —¡Ya lo sé idiota!, no la estoy despidiendo.—interrumpe él—Solo digo que no puede estar aquí ahora. ¡Ruth está subiendo, joder!
El muchacho se muestra nervioso mientras zarandea a Eider de un lado para otro como si fuese una muñeca de trapo. Esta por su parte no acaba de salir del shock y se pregunta quién será esa tal Ruth para que su presencia la obligue a desaparecer de allí. Finalmente consigue reaccionar y se suelta bruscamente de su opresor.
            —¡Ya vale, ¿no?! , ¿siempre eres tan maleducado?
Alex parpadea sorprendido y como respuesta empieza a morderse las uñas mientras camina de un lado para otro cada vez más inquieto. Salta a la vista que trata de pensar en alguna solución rápida a su problema, sea cuál sea.
Eider siente como el chico de cabello castaño rojizo la observa por el rabillo del ojo, lo cual le incomoda un poco, pero nada comparado a cuando se le acerca para quedar a escasos milímetros de su cara.
            Oye, ¿qué es lo que quieres?, ¿qué me disculpe por lo de tu móvil?, ¿es eso?la chica no tiene tiempo de responder pues este se le adelanta—Lo siento mucho, ¿vale? Te pediré perdón las veces que haga falta. Pero ahora mismo necesito que te vayas.
La castaña lo mira cada vez más desconcertada. Observa por encima del hombro a Gio con la intención de conseguir algún tipo de apoyo para evitar que la echen, pero por desgracia el italiano aparta la mirada de ella descaradamente mientras se revuelve el pelo incómodo. Vuelve a fijar su mirada en la de Alex y contesta en un tono casi inaudible.
            Pero…¿por qué? No entiendo nada.
            Te lo explicaremos más tarde, ¿vale? Puedes volver aquí dentro de una horaresponde a la vez que la guía hasta el rellano prácticamente a empujones.
La chica intenta protestar, pero justo en el momento en el que está casi con un pie fuera de la vivienda suena el ascensor y empieza a abrirse la puerta.
Alex maldice en voz alta con unas palabras no muy agradables de oír y arrastra a Eider de un tirón nuevamente al interior de la casa. Corre con la chica por el pasillo y se la pasa a Gio de un empujón tan fuerte que casi se le salen los pulmones por la boca. 
            —¡Escóndela!
            —¡¿Qué?!Eider no da crédito a lo que oye.
            —¡¿Te has vuelo loco?!, ¡¿dónde voy a esconderla?!en esos momentos el acento de Gio es tan marcado que apenas se entiende su español.
            ¡Dónde sea, no me importa!, ¡pero no quiero que Ruth la vea aquí!
 De repente una voz femenina irrumpe en la casa cerrando la puerta del rellano. El tono con el que habla es bastante intimidante, parece enfadada.
            Alex, sé que estás ahí. No seas cobarde y da la cara ahora mismo.
El chico voltea la cabeza nervioso hacia la voz femenina y mira a Gio suplicante para luego retroceder y desaparecer por el pasillo.
Automáticamente el joven de ojos azules mira a la nueva inquilina, quién es obvio que necesita una explicación.
            —Es la novia de Alex.
            —Ah, ¿y cuál es el problema?,¿es muy celosa?—inquiere la chica.
            —Nada de eso…pero estoy seguro de que si sube a esta casa no es para nada bueno.
A juzgar por su tono de voz parece que a Gio no le cae especialmente bien esa chica. Eider trata de indagar un poco más pero el italiano solo se limita a agarrarla del brazo y llevarla hasta a una habitación oscura.
            —Estate calladita y guarda silencio, ¿ok? —dice al tiempo que la introduce en el cuarto.
La chica empieza a sentirse indignada por el trato recibido. Cualquiera diría que le están gastando una broma de “cámara oculta”.
            —Un momento Gio, no podéis pretender que me encuentre con todo este circo y encima os siga la corriente.
Gio deja ver en su cara una mueca de disgusto y junta sus manos a modo de súplica.
            —Eider, por favor, hazlo per noi, ¿sí? Prometo que cuando esto acabe tendrás la bienvenida que te mereces.
            —Esto tiene que ser una broma, estáis locos los dos—empieza susurrar enfadada para que no la oigan ya que siente como las voces de la pareja se aproximan hacia ellos—En cuanto este numerito se acabe cojo mis cosas y vuelvo a Bilbao.
Una vez más la voz femenina hace acto de presencia más cerca de lo normal.
            —¿Qué es ese ruido?
Gio da un brinco asustado al oír las pisadas tras él y cierra la puerta bruscamente dejando a Eider encerrada. Seguidamente trata de girarse como si no pasara nada y sonríe a la mujer que le ha pillado desprevenido.
Frente a él se encuentra una chica alta y morena de labios carnosos. Tiene buen tipo y con esos penetrantes ojos verdes y sus largas piernas bronceadas cualquiera diría que es una modelo.
            —Chao Ruth, come stai?
            —Ah, eres tú Giovanni.
Su tono de voz denota el desagrado que siente por el chico, pero Gio sigue hablándola de la forma más amigable.
            —¿Por qué vas tan cargada?
La chica lleva una caja repleta de cosas en sus manos y a juzgar por su cara no parece que esté de buen humor.
            —He venido a devolverle a Alex sus cosas, hemos roto.
            —No, no, nada de eso. No hemos roto—Alex llega hasta los dos chicos halando forzadamente suave. Se nota el fuerzo que está haciendo por no perder los papeles—Solo estamos atravesando una mala racha, eso es todo.
            —¿Mala racha Alex?,¡¿mala racha?! —la morena sube la voz considerablemente—¡Eres imposible de llevar!,¡ya no te aguanto!
Gio trata de lanzar una lanza a favor de su compañero para tranquilizar a Ruth.
            —Es normal que discutáis…lleváis juntos más de un año, ¿no?
Por desgracia parece que ese comentario ha enfurecido aún más a la chica.    
            —Sí, y menudo año. En los últimos seis meses no ha dejado de ser un irresponsable, un cerdo y un niñato—sus palabras son tan claras que Eider puede oírlas desde el interior del cuarto.—¡No para de mentirme! Me dijo que por las mañanas iba a la universidad y me he tenido que enterar por un compañero suyo que hace semanas que no pasa por clase.
            —Oye, pero tengo excusa. Estaba tratando de aislarme de las fuerzas opresivas de la uni para inspirarme de cara a mis proyectos personales.
En respuesta a eso Ruth deja salir una sonora y sarcástica carcajada.
            —¿Proyectos personales? ¡No me hagas reír! Te pasas todo el día en el bar y el Retiro. ¿O crees que no te he visto varias veces acostado en el césped del parque cada vez que salgo a hacer la compra?
            —¡Lo hago para concentrarme Ruth!, ¡la relajación es la base fundamental para que surjan las ideas de mis historias!
            —¡Estoy cansada de oír siempre lo mismo! —replica ella imitando la voz del chico—“Necesito aislarme para que surja una buena historia para mi próxima película.”, “Entiéndelo Ruth, quiero dedicarme al mundo del espectáculo.”, “Las ideas no nacen de un día para otro por sí solas, hay que buscar la inspiración.”
La escondida pone la oreja al otro lado de la puerta curiosa.
“Así que este chico quiere dedicarse al mundo de la dirección y el guión o algo parecido…”
            —Además, estoy harta de tu estúpido síndrome de Diógenes. Deja de acumular mierda en mi casa, eres un puto cerdo.
            —Si recojo algo de la calle es porque creo que me puede servir de inspiración en un futuro—reprocha el otro.
            —¿Ah, sí? —Ruth remueve un poco las cosas de la caja que lleva en brazos y saca una bolsa de patatas vacía—Dime entonces, ¿qué clase de inspiración te produce una bolsa de patatas vacía?
Alex coge la bolsa de Lays observándola desde todos los ángulos de manera pensativa. Por un momento parece que se va a dar por vencido, pero para sorpresa de todos responde.
            —Por ejemplo: una mujer sola, en una cafetería. Está esperando a alguien, alguien importante para ella. —los chicos no dan crédito a lo que oyen—No puede controlar su ansiedad, y la mejor forma de calmarse…es pidiéndole al hombre que hay detrás de la barra una bolsa de patatas fritas—. Agarra la bolsa y la muestra como si  tratase del objeto más valioso del mundo—Esta bolsa, es el elemento clave que calmará a una mujer angustiada y sola en el inicio de una escena. Porque…¿qué es una vida sin patatas que nos calmen en un bar?
Gio intenta reprimir una risotada al oír la explicación, pero por desgracia se le escapa obteniendo como resultado la molesta mirada de Alex. Ruth chasquea la lengua y arrebata la bolsa vacía de las manos de su ahora “ex novio”.
            —Sí claro, muy original—dice para dirigir la vista al italiano—Gio, déjame pasar. Quiero dejar esto en su habitación.
La morena trata de abrirse paso al dormitorio de Alex, pero Gio se interpone en su camino.
            —Eeeeeh ascoltare, ¿qué te parece si soy yo el que guarda sus cosas dentro? Te pesarán los brazos de haber traído los trastos hasta aquí—hace amago de arrebatarle la caja, pero Ruth lo aparta de un empujón con el hombro.
            —No soy manca Giovanni, ya puedo yo sola.
El italiano se aferra al marco de la puerta nervioso.
            —¡No puedes entrar!
            —¡¿Qué estás diciendo?!, solo voy a dejar sus cosas y me marcho.
Mientras tanto, al otro lado de la puerta, Eider trata de pensar rápido para encontrar un lugar en el que esconderse.
El dormitorio está tan oscuro que apenas puede ver nada, de modo que opta por encender la luz y echar un leve vistazo para localizar su próximo escondite.
No ha sido una buena idea.
            —¿Qué…es todo esto?
Al parecer lo que decía la novia de Alex sobre el “síndrome de Diógenes” es cierto. La habitación del chico está llena de porquería, apenas se puede ver una quinta parte de su cama. Cajas, cartones, cosas que obviamente han sido recogidas de la basura…¿cómo va a encontrar un lugar en el que esconderse así? Si ver el salón de la casa le ha producido arcadas, esto sin duda se supera.
            —Que asco…esa chica dice la verdad. Este tío es un puto guarro.—susurra a la vez que cubre su cara con ambas manos para no ver el escenario.
Es imposible ocultarse en ningún sitio, de modo que se resigna cuando oye abrirse la puerta tras ella y ve entrar a Ruth con la caja. Esta por su parte abre los ojos como platos al ver a Eider.
Transcurren unas milésimas de segundo que para la vasca parecen siglos. Afortunadamente es la morena quién da el primer paso.
            —Vaya…¿qué es esto Alex? Otra de tus…¿inspiraciones?
Alex tapa su rostro con la palma de la mano incómodamente y Eider palidece ante la situación. ¡Es todo un malentendido!, ¿cómo ha podido dejarse enredar en algo así? Está claro que debió haberse marchado de esa casa nada más ver lo desastrosa que era.
Para su suerte Gio acude a socorrerla. Se acerca a ella, la agarra de la cintura y contesta a Ruth sin alteraciones.
            —Ya está bien, relájate, ¿ok? Ella es mi chica.
Dicho así a un desconocido le hubiera sonado creíble, pero está claro que Ruth conoce demasiado a Gio como para dejarse engañar.
            —¿Tu chica?,¿desde cuando te interesa tener chica, Gio? Tú solo eres un niñato inmaduro que busca líos de una noche.
El moreno de ojos azules se hace el desentendido lanzando un suspiro al aire.
            —Per favore Ruth. ¿Acaso un hombre no puede sufrir un flechazo? —sigue insistiendo.
            —¿Es un flechazo tuyo y la traes a la habitación de Alex?
Un largo silencio se forma entre los cuatro hasta que al italiano solo se le ocurre una respuesta.
            —Sí, íbamos a acostarnos en su cama. Me pone hacerlo en lugares sucios. No se lo había dicho nunca a nadie pero es un fetiche que tengo, ¿vale? Como se lo digas a alguien te buscaré para matarte.
Ruth se cruza de brazos muy seria, está claro que no le cree. Tras un corto silencio el chico se resigna y revuelve su cabello, nunca se le ha dado bien mentir.
            —No cuela, ¿verdad?
La mirada de los tres lo dice todo. No obstante, el italiano le responde a Ruth con una sonrisa divertida para romper el hielo.
            —Aunque lo cierto es que tampoco me importaría acostarme con ella. Está bastante buena, y ahora que tú también Ruth vas a dejar a Alex podemos montarnos un trío, ¿qué os parece? JAJAJAJAJAJAJAJAJA
Esa infantil risotada queda suspendida en el aire pues nadie le ha seguido la corriente. Lo único que ha conseguido es que los miembros restantes de la casa pongan una cara aún peor.
            —Va bene, está claro que simplemente debería haberme callado. Que aburridos sois, non sabéis apreciar una broma.
La morena suspira y sale de la habitación camino a la salida seguida por Alex.
            —¡Ruth, no es lo que piensas!, es la nueva asistenta.
            —Me da igual Alex, no quiero saberlo—responde indiferentemente mientras recoge su chaqueta del perchero.
            —¡Pero es la verdad!
Eider observa desde lejos el numerito de la pareja. Lo cierto es que en estos momentos Alex le está dando pena. Puede ver en su mirada lo angustiado que está y no sabe porque, pero presiente que es el tipo de persona a la que le traicionan los nervios. Tampoco parece que su novia o ex esté muy dispuesta a escucharle.
No tiene ni idea de porqué, pero en ese instante siente la necesidad de sacar la cara por Alex. Tal vez sea porque siente un poco de culpabilidad por lo último que ha ocurrido.
            —Es cierto, soy la chica que ha contratado Víctor para ejercer de asistenta—dice irrumpiendo en la conversación.
Esa frase ha conseguido  producir un efecto de completo silencio en toda la casa. Tanto Alex como Ruth se han quedado mirándola fijamente y en esos momentos la castaña solo desea que le trague la tierra. ¿Por qué se meterá siempre donde no la llaman?
            —¿Tú eres Eider? —pregunta la chica esbelta. Al parecer, también ella está al tanto de que el trío iba a tener una empleada de hogar.
Esta asiente y Ruth se limita a preguntar de forma grosera al chico.
            —¿Qué hacía ahí escondida?
Alex desvía la mirada al suelo por unos segundos. No se atreve a mirarla a la cara porque sabe que le caerá una buena bronca cuando le cuente lo que ha pasado. No obstante, se sincera con ella de forma breve.
            —He tenido una riña con ella. No hemos empezado con buen pie y como antes de ir a buscarla a la estación estábamos discutiendo entre nosotros no quería verme peleando con ambas. Por eso la he pedido que se esconda.
Ruth parpadea asombrada con la explicación y no tarda en llevarse las manos a la cabeza para tirarse de los pelos. Esto ha sido la gota que ha colmado el vaso. Tras varias disputas ya le ha acabado la paciencia y empieza a chillar.
            —¡¿Cómo puedes ser tan inmaduro?! Siempre rehúyes los problemas. Así no se te pude tomar en serio.¡¿no lo entiendes?!
El castaño guarda silencio mordiéndose el labio inferior. Lo cierto es que han pasado por muchas discusiones como esta, pero al parecer Ruth ya se ha hartado de verdad.
La chica suspira tratando de relajarse y esta vez lo mira apenada.
            —Lo siento Alex, esto no funciona. Quiero estar con un chico que sea mi pareja, no mi hijo.
Las malas vibras se han esparcido por toda la casa y la morena sentencia su relación con unas últimas palabras mientras sale por la puerta.
            —Ojalá madures algún día y encuentres a alguien que te haga feliz.
Dicho esto entra en el ascensor y pulsa el botón para bajar. Las puertas se han cerrado y el rellano ha quedado en una atmósfera tan silenciosa y deprimente que parece un cementerio.
Eider tapa su boca con ambas manos impactada. Ha sido testigo de una ruptura de año y medio en tan solo diez minutos. Y por alguna razón siente que en parte ha sido culpa suya. Se siente mal consigo misma.
Mira disimuladamente a Alex, cuya cara es un poema. Al parecer ha quedado en estado de shock. Lo cierto es que le daría alguna frase de apoyo, pero no se le ocurre nada, además, apenas le conoce y ya se ha metido bastante en su vida privada sin comerlo ni beberlo.
Gio se acerca al rellano con precaución, es obvio que él también ha oído la discusión. Se acerca lentamente a su amigo y le da una palmadita en el hombro que milagrosamente le hacen reaccionar, aunque no de la mejor manera.
            —¡¿Y así es como una relación de año y medio se va a la mierda?!, ¡¿no te da vergüenza?!
El castaño corre hacia el balcón para gritarle a Ruth cuando la vea bajar mientras Gio trata de poner un poco de cordura.
            —Alex…
            —¡Ala, márchate!,¡no sabes lo que te pierdes amiga! —grita mientras la ve caminar por la calle a un paso ligero, obviamente para no escucharlo—¡Eres una desgraciada, que lo sepas!. ¡Vaya mierda de relación hemos tenido si te marchas por niñatadas como esta!
La castaña procura no reírse, pero la situación le está empezando a parecer realmente absurda. ¿En qué casa de locos ha ido a meterse?
Por su parte el italiano agarra a su compañero y lo arrastra hasta el interior de la casa mientras éste sigue maldiciendo.
            —Ya Alex, cálmate. No estaba hecha para ti y punto. Mejor dejarlo estar, ¿sí?
Esas palabras hacen que el muchacho consiga el punto de cordura. Pero desgraciadamente solo le entran ganas de echarse a llorar.
            —Gio…me ha dejado de tío—.empieza a sollozar—Me ha dejado y yo la quería.
Alex se abraza a su amigo dejando salir unos llantos. Casi segundos después se lanza al sofá dramatizando.
            —¡Era el amor de mi vida y me ha dejado!
Ya está, oficialmente no podría haber sido un peor día en Madrid.
La situación que han vivido empieza a rozar lo ridículo, no obstante Eider no puede hacer más que disculparse.
            —Lo siento mucho, tengo la sensación de que ha sido por mi culpa—susurra a Gio por lo bajo, a lo que éste sonríe y responde.
            —Si te sirve de consuelo, ya van tres amores de su vida en los últimos tres años. Así que no te sientas culpable por nada—dice mientras recoge a Scabbers del suelo para acariciarlo—Se le pasará pronto. Lo que pasa es que es muy pasional.
            —Pero…llevaban mucho tiempo juntos ¿no? Parecía una relación seria.
Gio deja salir una mueca de desagrado y contesta con indiferencia.
            —Bah, que la den. Esa zorra nunca me cayó bien—.dice al tiempo que se estira para despejarse—Le echaba la culpa a Alex de que la relación haya fracasado…Lo que él no sabe es que casi todas las mañanas “Il amore della sua vita” se acostaba con su compañero de la universidad.
La chica abre los ojos de par en par y solo deja salir una expresión que le nace del alma.
            —Wow.
            —Sí. Por eso te digo: Ni el buono es tan buono ni el male es tan male. Dentro de dos o tres días Alex estará como una rosa—. Dicho esto da una palmada al aire pretendiendo que están en un paréntesis—¿Quieres cenar algo? Podemos pedir pizza para celebrar tu llegada. Claro…si aún te sigue interesando el trabajo.
Eider desvía la mirada a un desconsolado Alex, a todo el salón lleno de basura y a la pequeña rata que Gio tiene sobre el hombro y por un momento no se le pasa otra cosa por la cabeza que la frase “claramente no debería estar aquí".
•••
En el barrio de las letras, no muy lejos de casa…
Ha sido un día realmente largo.
Dicen que en los tiempos que corren a día hoy es mejor que sobre trabajo a que falte, pero esta vez se ha pasado metiendo horas extra en la oficina. Ya pueden compensárselo en la próxima paga.
Víctor echa una ojeada a la pantalla de su móvil. No ha recibido ningún WhatsApp de Alex ni de Gio en toda la tarde y eso le parece muy extraño. Se supone que debían avisarle cuando la nueva inquilina llegara a casa.
¿Y si ha pasado algo?, tal vez se ha perdido o no han podido localizarla por algún contratiempo. Después de todo, con el frío y que hace y con la cantidad de nieve que cae no sería raro que muchos trenes se retrasaran.
Sea como sea lo descubrirá pronto porque ya está llegando al portal de su casa.
Nada más entrar sacude la nieve de su abrigo, un último modelo de la colección DC Shoes.
Le encanta ese abrigo, le costó mucho reunir el dinero suficiente para comprarlo, pero que se le va hacer. Cuando eres un fanático de la moda, la marca te tira, por muy pobre que seas.
Pulsa el botón del ascensor y suspira de satisfacción en cuanto empieza a sentir que su cuerpo entra en calor.
Ahora se dará una ducha, cenará y a la cama. No piensa quedarse soportando las tonterías de Gio ni el mal humor de Alex. Se centrará en saludar amablemente a Eider y que los otros dos se encarguen de darle las instrucciones sobre su nuevo trabajo, él está demasiado cansado para hacerlo.  
Saca las llaves de su bolsillo y las introduce en el cerrojo, gira lentamente a su derecha y la puerta se abre.  
            —Ya estoy aquí—anuncia en tono de voz que denota cansancio.
Lo primero que recibe como respuesta es un llanto que parece de Alex. Frunce el ceño y corre hasta el salón.
Cuando llega ve lo inimaginable: ¡el salón está más o menos limpio!
Fija la mirada alrededor y se encuentra al Alex viendo una película tumbado en el sofá mientras moquea, a Gio tirado en el suelo comiendo una enorme porción de pizza y a su lado una chica a la que no conoce, pero sabe quién es.
            —¿Qué ha pasado aquí?, ¿porque está llorando? —inquiere en tono asombrado.
            —Por lo de siempre, una donna—exclama el italiano sin desviar la mirada del televisor.
A ese comentario solo le responde un llanto aún más agudo del castaño rojizo.
Por último, Víctor desvía a la chica nueva, quién se gira para saludarlo amablemente con una sonrisa muy cercana.
            —Hola Víctor, soy Eider, la nueva asistenta, encantada.