Alex cierra la puerta de
su habitación con una sonrisa de oreja a oreja. Pasa a través de su vertedero
particular esquivando los distintos residuos que hay por el suelo hasta llegar
al escritorio y observa el dormitorio. Sabe perfectamente que no padece ningún
tipo de trastorno obsesivo compulsivo como indica Ruth, pero siempre ha sido
muy desorganizado y, por qué no admitirlo, muy guarro; poco le importa la
higiene del lugar en el que habita. Además, tal vez suene a excusa, pero Gio y
Víctor no es que sean el mejor ejemplo de la palabra “limpio”. De todas formas,
para eso han contratado a esa chica bilbaína; para que ponga un poco de orden
en todo ese >>puticaos<< de casa.
Se tumba en la cama boca
arriba y enciende su Toshiba rojo accediendo de forma directa a una página de
Facebook que tenía previamente abierta: El
rincón de Llalbet. Se dirige al apartado del estado y comienza a teclear.
¡Buenas noches gentuza!
Hoy ha sido un día de locos,
pero os traigo nuevas!!!
He encontrado a alguien
que puede volver esta nuestra historia realidad~~ *^*
Todavía me queda atar
algunos cabos, pero seguro que consigo enredar a esta persona de la que os
hablo para convertir The murderers thieves en un trabajo serio y de calidad.
Aún no me creo lo lejos
que he llegado con este proyecto y es todo gracias a vosotros. Sé que no somos
muchos en este grupo, ¡pero os estoy y estaré eternamente agradecido por el
apoyo que me habéis brindado durante los últimos cinco años! Ahora sólo queda esperar
y desear que la suerte esté de nuestro lado 8'D
#THEMURDERERSTHIEVES
-Llalbet-
Cierra la tapa del
ordenador colocándolo en el otro extremo de la cama e inspira un poco de aire. Lo
primero que hará mañana será ver si alguno de sus subscriptores ha comentado el
nuevo estado. Tal vez parezca una tontería, y más teniendo en cuenta que acaba
de cumplir 23 años, pero este tipo de cosas le ilusionan más que cualquier
otra. Aunque el apoyo sea a través de una pantalla y no conozca a ninguno de
sus seguidores en persona se siente bien cada vez que interactúa en esa página
pública que creó con el fin de compartir su hobby. Lástima que durante los
últimos años se haya quedado sólo en eso: un hobby. Pero ahora está seguro de que
le podrá sacar provecho a su trabajo.
Empieza a sentir un
nervioso cosquilleo en el estómago sólo de imaginar la cantidad de cosas buenas
que podrían pasar si su plan se llevase a cabo con éxito. Además esta vez Ruth
no estará encima de él recriminándole constantemente.
Es curioso lo caprichosa
que es la vida; su novia rompe con él de la noche a la mañana y aparece la
nueva asistenta, la cual resulta ser un prototipo de diseñadora y editora.
Francamente, sigue muy dolido por lo que ha pasado con su ex, aún no puede
creer que hayan roto; no obstante, por otra parte empieza a creer que tal vez todos
esos acontecimientos hayan ocurrido por algún motivo. Nunca ha sido muy
creyente del destino y esas cosas, pero lo de hoy parece una especie de señal.
De repente el chico
escucha un silbido que atrae su atención: tiene un mensaje nuevo en el WhatsApp.
Arrastra su brazo derecho
con pesadez hasta la mesita de noche y agarra el teléfono móvil que hasta hace
unos minutos era de Eider. Suspira al ver la destrozada pantalla del aparato; realmente
se ha metido una buena ostia. Por eso no le gustan las nuevas marcas que están
sacando al mercado, una simple brisita de viento y ya están completamente
rotos. Él tiene una patata de móvil desde hace años y todavía no le ha dado
ningún susto. ¡Bien feliz que está con su Samsung
Galaxy mini! Sí, ese móvil que todos tenían hace dos o tres años y del que
todos se quejaban porque decían que había salido “defectuoso”. Para defectuosos
ellos, ¡el suyo era duro como una piedra!, casi comparable a la resistencia de
los antiguos Nokia, que ya es decir.
Enciende la pantalla y
desliza el dedo de arriba abajo tratando de desbloquear el móvil, pero sólo
consigue deslizarla hasta poco menos de la mitad; se ve que el cacharro está
tan dañado que no responde bien al tacto del dedo. No obstante, en lo poco que
ha conseguido deslizar la pantalla puede ver el mensaje de la persona que le ha
escrito.
¿Puedo ir mañana a tu casa a desayunar?
Resopla pasando su mano
por el pelo pensativo. ¿Qué hará ella despierta a esas horas de la madrugada?
•••
Han pasado diez minutos
desde que le envió el mensaje y Alex no responde. Le parece muy raro, sabe de
buena tinta que suele quedarse hasta las tantas jugando al LOL o a Call of
duty.
Natalia chasquea con la
lengua mientras coloca un mechón de pelo tras su oreja. ¿Qué debería hacer?,
¿acostarse y esperar a ver si obtiene una respuesta mañana? También se ha estado planteando la posibilidad
de llamarle.
La puerta de su habitación
se abre lentamente y una mujer bajita de pelo rizado y castaño asoma la cabeza
somnolienta.
—Natalia,
¿qué haces despierta todavía? Mañana tienes clase.
La
chica guarda el móvil bajo las sábanas disimuladamente y fuerza una pequeña
sonrisa.
—Perdona
mamá, es que no consigo dormir.
Mónica
mira a su hija frunciendo el ceño, últimamente pasa demasiadas horas pegada a
ese cacharro inalámbrico. Cuando ella tenía su edad no se distraía con tanta
tecnología, se relacionaba cara a cara con gente de su edad; no como todos los
jóvenes de hoy en día que les quitas durante una hora el dichoso móvil y les da
una rabieta.
—¿Y
cómo esperas conciliar el sueño si estás pegada a esa cosa todo el día? —comenta en un tono un tanto reprochable—Ya te dijimos que a partir de las 23.00 nada
de móvil durante días de clase. Tienes que descansar.—se acerca a la cama y saca de debajo de las
sábanas el aparato.—Me lo quedaré
esta noche para que no te distraigas más con él.
La
chica mira a su madre sin dar crédito, pero de la sorpresa pasa rápidamente a
la protesta.
—¿Me
estás vacilando? Tengo 17 años, no me parece justo que me quites mis
pertenencias como si fuese una niña.
—Si
tan mayor te crees da ejemplo y duérmete de una vez. Ya te lo devolveré mañana—dice Mónica al paso que se dirige a la puerta—Y no me contestes así, no seas igual de
descarada que tu hermano.
Su
madre cierra la puerta y Natalia suspira derrotada. Si supiera que era precisamente
con él con quién estaba tratando de hablar…
Desde
que Alex se fue de casa el año pasado sus padres no dejan de estar encima de
ella constantemente. Ahora entiende por qué su hermano siempre se alteraba a la
mínima cada vez que le decían algo y ni se esforzaba en tratar de hablar sus
diferencias con ellos. No se paran nunca a escuchar, siempre hay que actuar
acorde con lo que ellos creen que es correcto. ¡Y si no lo haces cuidado con la
que se te viene encima! Horas y horas de reproches y charlas repetitivas que
cansarían hasta la mismísima Teresa de Calcuta.
Se
levanta de la cama y se sitúa frente al espejo que hay en su enorme armario.
Observa su silueta de arriba a abajo un tanto descontenta y se pone de perfil;
está demasiado delgada. Odia esa dichosa constitución genética que le ha
tocado, y eso que durante los últimos diez meses ha comido todo lo que ha
querido y más. Si no consigue ganar unos kilitos parecerá un palo de
escoba por el resto de vida.
Ahora
pasa a mirar su cabello; es liso y su largura le llega casi hasta la cintura. Desde
que se lo tiñó de rubio parece otra, pero no le disgusta el cambio. Estaba cansada
de ese castaño caoba tan raro y característico que tienen todos los miembros de
su familia. Cuando su madre vio el “desastre” que se había hecho en el pelo
estuvo casi dos semanas insistiendo en que se volviera a teñir de castaña,
pero no la hizo caso. El rubio que tiene ahora parece su color natural y se
camufla a la perfección con la piel blanquecina; además resalta sus ojos verdes cristalinos.
Vuelve
a mirarse de cuerpo completo y por un momento deja de pensar sólo en el físico.
¿Cuándo se ha vuelto así? Antes no le daba importancia a ese tipo de cosas;
bueno, tal vez un poco sí, como todas las chicas de su edad, pero no más de la
necesaria.
No
sólo ha sufrido un cambio por fuera, si no también por dentro. Hasta hace poco
era a lo que se le puede llamar “la hija perfecta”. Siempre obedecía a sus
padres y no ponía pegas a nada, todo lo contrario de su hermano Alex. Vestía de
forma muy recatada, nunca le había gustado enseñar demasiado y todo lo que
tenía en su armario por aquél entonces era ropa holgada y pantalones; ¡jamás se
hubiese puesto un vestido y menos una minifalda! Ahora por el contrario, tiene
su armario lleno esas prendas.
No
obstante, también hay cosas que no cambian. Todavía es una estudiante ejemplar,
saca muy buenas notas. Respecto al carácter sigue siendo igual de tímida e
insegura, a pesar de que haya intentado remediar esto último muchas veces con
su nueva falsa autoconfianza.
Se
vuelve a meter en la cama resoplando agobiada. Aún no es suficiente, tiene que seguir
transformándose. ¿Y todo este cambio radical a que se debe? A un chico, por su
puesto.
Natalia
nunca ha sido enamoradiza. Es verdad que ha tenido algún que otro novio, pero sólo
las típicas relaciones que se dan en la adolescencia. Esas en las que te das
cuatro besos tontos y al mes terminas rompiendo con la otra persona porque no
te gusta de verdad, si no que sólo ha sido un tonteo momentáneo. Pero esta vez
es distinto, ¡está enamorada!,¡enamorada de verdad!
Cada
vez que ve a ese chico siente un cosquilleo en el estómago y se le hace
imposible hablar con él sin que suelte alguna tontería o se ponga a tartamudear.
Cuando
le conoció parecía distinto a los demás, tenía una personalidad diferente. Al
principio sólo le llamaba la atención, pero cuando empezó a tratar con él su
forma de ser la cautivó. Con el paso del tiempo los sentimientos de la chica
pasaron de simpatía a algo más intenso.
Tiene
una infinidad de motivos por los que le gusta esa persona; siempre está
contento, se porta muy bien con ella, la hace reír, tiene una interesante forma
de ver el mundo y sobretodo siempre es fiel a sus principios. Otra de las cosas
que más le gusta a Natalia de ese chico es que nunca está callado. Hay días en
los que se pueden pasar horas hablando, ya sea cara a cara, por Skype, WhatsApp…Bueno,
en realidad siempre habla él ya que ella es más bien callada, pero el caso es
que le gusta escucharle.
Quiere
pasar todo el tiempo del mundo a su lado, está completamente segura de ello.
Aunque hay un pequeño inconveniente, y es que él no la ve como una mujer.
No es
la edad lo que impide que se fije en ella, tampoco se llevan tanto después de
todo. El problema es que a él le gustan otro tipo de chicas: más extrovertidas,
coquetas, seguras de sí mismas…¡rubias! Es decir, todo lo opuesto a su persona.
Ese es
el motivo por el que ha decidido cambiar. Quiere gustarle, quiere ser el tipo
de chica en la que él se fijaría, quiere llamar toda su atención y por supuesto
quiere enamorarle; aunque esto último puede costarle algo más que un simple
cambio de imagen, porque no es el tipo de persona que se ate a alguien. De
hecho, ya se lo dijo una vez durante una de sus conversaciones nocturnas: “Yo
no creo en el amor. Nada que te crea dependencia puede ser bueno.” Esas
palabras por una parte le dolieron, pero por otra fue una pequeña alegría, ya
que eso significaba que no estaba abierto a tener nada estable con ninguna chica
y eso obviamente supondría menos competencia.
Ahora es
el momento, está más o menos preparada (aunque le queden cosas por pulir). Tiene
que intentar valerse de su cambio, está tratando de ser la chica perfecta para
su “príncipe azul” y no va a echarse atrás. Ha tenido dos semanas para mentalizarse
sobre cómo va actuar cuando le vea. Las vacaciones de navidad acaban de
terminar y no ha podido hablar ni saber de él porque estaba pasando esas fechas
festivas con su familia a la que llevaba tiempo sin ver.
La
chica empieza a tener sueño y cierra los ojos sin antes pensar en que mañana es
el día y Alex es la clave para que vuelvan a reencontrarse. Después de todo, el
chico que le gusta no es otro que el compañero de piso de su hermano.
Continuará...